Desde la tribuna: León vs. Tigres
Era una tarde muy amena para poder disfrutar un choque de dos equipos que juegan de forma aguerrida al fútbol. Tigres, que tiene una de la plantillas más caras del fútbol y León, que tiene una racha jugando invicto y que cuenta con una plantilla que luce renovada bajo la dirección técnica del “chavo” Díaz, que salen a demostrar un buen fútbol en la cancha y hacen soñar de nuevo a la afición leonesa con los días de gloria.
León tuvo la primera oportunidad de gol, que por un pelo de gato se convertía en autogol, pero el arquero de Tigres se le salió lo felino y sacó ese disparo que tenía la intención de querer visitar las redes. Después llegaría una jugada donde Elías Hernández tuvo un mano a mano con el arquero de Tigres, que saldría fuera por unos cuantos centímetros.
La primera oportunidad de Tigres vino en un tiro de esquina muy cerca ya de los minutos finales del primer tiempo, donde el portero de León se lanzó de forma espectacular para desviar ese balón que tenía claras intenciones de gol. El juego era bastante cerrado y se jugaba en gran mayoría en la cancha de León, pero en salidas rápidas, la fiera comenzaba a dar las primeras señales de un juego bastante peligroso, pues llegó un remate de cabeza de Boselli dentro del área chica, que por milagro de “San Nahuel” no fue gol, pero sería esta una de las jugadas más peligrosas del encuentro, donde se había generado “la papa caliente, se quema, casi se chamusca el arquero de Tigres”, que por poco se come un gol “del matador”.
El primer tiempo se fue, como se va el dinero en la quincena, eso sí, sin nada para nadie en el marcador, con un poco más de posesión por parte de Tigres, pero con más opciones para León.
En una de las esquinas del estadio, muy cerca de mí, estaba la porra de Tigres, que según un aficionado gritaba, eran los piolines, por ir vestidos todos de amarillo y brincar como loquillos durante todo el partido, cantando a todo pulmón.
Al minuto sesenta y uno, llegó un disparo que se fue a penas a un lado de la portería de Tigres e hizo estallar en gritos a toda la tribuna, que se quedaba ya sin uñas que morder, a falta de eso, bebían cerveza o alguna botana, siempre con el Jesús en la boca y un grito ahogado en la garganta, aguardando el momento justo para levantarse de la butaca como impulsados por un resorte.
Elías Hernández volvía a llegar con tanto peligro a la portería de Tigres, como el peligro que se tiene al salir de un banco cargado de billetes, porque el disparo que hizo, dejó gritando a la afición y alejándose de la portería por tan sólo unos centímetros.
El Gol de León llegaría al minuto ochenta y tres, con un sombrerito que le hizo Elías Hernández a Nahuel, que salía para achicar, sin duda toda una joya en un partido en el que tigres tenía más posesión de balón, pero la garra, la entrega y la pasión la poseía la fiera, que rugía en su casa, dando un zarpazo mortal a Tigres, un gol que nos hizo gritar a todos en la tribuna y dejó en silencio a la porra de tigres, que veía como se les venía la noche encima.
Hubo más oportunidades de gol para el equipo de León, que desafortunadamente no llegaron a buen puerto, pero la fiera sigue su paso invicto, demostrando que saben jugar al fútbol, que van escalando puestos en la tabla general y que van dando muchas alegrías a una afición entregada por los colores de su equipo.
Al finalizar el encuentro, tan sólo se escuchaban los cánticos de los verdes diciendo: en dónde están, en dónde están, esos gatitos que nos iban a ganar…