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La noche triste

Esta noche acudí a una pizzería que está cerca del estadio para ver el partido, de la cual no he de mencionar el nombre, porque no me han pagado, si no, con todo gusto me aventaba un comercial. Llegué a ver el juego cuando iban en el minuto dieciocho, así que pregunté a los ahí presentes cómo había estado el juego y si se habían llevado a cabo jugadas importantes o algunas oportunidades de gol, a lo que me respondieron que era un partido sin orden ni concierto, mismo que tuve que constatar al ver que ninguno de los dos equipos jugaba con alguna idea clara.

Pumas tocaba el balón, generaba cambios de cancha y pocas o nulas oportunidades de gol, aunque anduvieran rondando por la cancha de León, como rondan los noviecillos primerizos por las casas de las chicas de quien están enamorados.

El partido era bastante desabrido, que en algún momento de la noche me arrepentí de haber ido de vago a cenar con mi amigo el “Juanito” y el “Flaco” y desee estar en mi casa tranquilo disfrutando del juego, pero como este par de condenados le ponen sabor a los momentos grises, que mejor compañía que ellos para tranquilizar mi alma agobiada que veía a una fiera sin muchas ganas, como si les hubiera pegado el mal de altura.

Estaba apenas llegando la pizza a la mesa cuando tuvo a mal el destino jugarle una mala pasada a León, pues llegó un balón al área esmeralda que no tenía nada de peligro y que bien pudo sacar Mosquera, pero se le ocurrió controlarla en lugar de reventar, y la terminó dejando en los pies del arquero “menonita” que trató de sacar las papas del fuego, pero con tan mala puntería que se la dio a un jugador universitario, que se vio aplicado y se fue como estudiante tras la tesis, lanzando ese balón al fondo de las redes, y es que alguien más de la defensa esmeralda le desvió el balón al “menonita”, que nada pudo hacer, pues ya se había tirado cuando vio aquel gol entrar bajo los tres palos de su portería.

Ahí se comenzaba a jorobar el asunto, pero aún había mucho partido por delante, para tratar de lograr un empate y darle la vuelta al marcador, pero los pumas como ya tenían un gol, se aferraron a la esperanza de logar uno más o de al menos no dejarse ensartar. Empezaron a enfriar el juego y a volverlo tedioso.

Para el segundo tiempo el equipo esmeralda aún tenía una oportunidad en el área grande porque el silbante marcó un juego peligroso dentro del área de pumas, que para mi gusto era algo más parecido a un penal, pero como ese granuja estaba ahí metido y la vio más cerca y sin repetición, pues ya qué… Se formó una barrera puma en la portería, con el único fin de no dejar el balón que seguro saldría feroz de algún botín esmeralda. El cañonazo salió disparado con tanta furia que por un pelo de gato el arquero de pumas se ha quedado sin copete o quizá sin cabeza, pues después de aquella metralla, quedó tendido en el césped, pero después de unos instantes se recuperó.

El segundo gol de pumas llegó al minuto ochenta y cuatro, ya en la recta final del partido, después de un contragolpe y una mala marca de la defensa esmeralda, que hoy lució bastante mal. Con ese gol cerraban la victoria los gatitos en Ciudad Universitaria, dando un rasguño a la fiera, que hoy decidió echarle la mano y levantarlos del sótano.

Este equipo de León lo vi bastante desconcentrado, sin muchas ideas claras y notando claramente la ausencia del “Patrullero”. Estos gatitos llegaron para quitarle el invicto a la fiera y dar el primer descalabro al “chavo” Díaz, que hoy solo vio la noche venirse encima, como a quien le avientan por la cabeza un balde de agua fría sin avisar.

Ahora tocará concentrarse para el nuevo compromiso contra Morelia, analizar los errores cometidos y seguir rugiendo, porque este equipo esmeralda cuenta con una gran afición que sigue soñando con los días de gloria, y esto no ha sido más que un rasguño de un minino juguetón en una noche triste…

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